Transcripción

>> Yo creo que el momento más difícil cuando estaba en el ejército fue cuando teníamos que pasar por debajo de unos como de barbed wire, ¿no? O sea, un tipo de — Y teníamos que pasar por abajo de todo eso y me acuerdo que yo venía siguiendo a toda la gente, ¿no? No podíamos usar lentes de contacto porque había arena, entonces la arena se te metía en los ojos y pues no querías estar ahí con el lente de contacto en medio de la arena. Entonces me acuerdo que traía lentes y pues empecé así como que, o sea, del esfuerzo, me acuerdo que empecé así como que a sudar tanto y se me empezaron a empañar los lentes. Entonces empecé a dejar de ver y luego así como que la arena así como que me llegaba a los ojos. Yo nomás me acuerdo de voltear así para arriba, porque pues eso era en la noche. Entonces me acuerdo de voltear así para arriba y nada más ver cómo las balas como pasaban e íbamos así. Y, o sea, yo me acuerdo del estrés en ese momento. O sea, fue bastante, bastante fuerte. Me acuerdo que yo pues estaba súper triste, ¿no? En ese momento. O sea, me acuerdo que empecé a llorar porque no sabía para dónde era. Entonces empiezo a ver todo eso, ¿no? Y, de repente, veo que me quedo sola. Y digo, ¿y ahora para dónde? O sea, y no veía porque pues mis lentes estaban empañados, ¿no? Y me acuerdo que, en ese entonces, llegó un sargento, un real sargent llega, y era literalmente el único real sargent que era latino. Y llegó y viene aquí y me dijo no, pues estás bien. Y yo digo, pues no, no estoy bien. O sea, tengo que salir de aquí pero pues no sé cómo salir, ¿no? Ella me dijo no, ven, sígueme, ¿no? Y ya. Y literalmente él se vino conmigo a pasar por debajo de todo eso, ¿no? Que no tenía que hacerlo realmente. O sea, pero fue el único que vino, pues vino a ayudarme, ¿no? Y pues para mí eso sí fue como, no sé, bien, bien simbólico de que pues estamos aquí juntos.