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Transcripción
>> Ese momento, yo lo recuerdo muy bien. Eran alrededor como de las 10 de la mañana. En ese momento yo era maestro de Historia en un colegio católico en Puerto Rico. Tenía a mi cargo estudiantes de décimo grado y enseñaba Historia de Estados Unidos. Y nada, estaba dando clase y mi teléfono celular estaba en la gaveta de mi escritorio porque no quiero estar al pendiente a mi teléfono mientras estoy laborando. Y cuando acabó la clase, pues, no sé. Ya la teléfono pues es una prótesis que uno carga consigo a todos lados, pues. Saco el teléfono, miro y tengo un correo electrónico de la profesora Rachel Price indicándome que había sido aceptado en el programa doctoral de español y portugués aquí en Princeton. Nada, no lo podía creer. Me puso muy contento y enseguida, pues llamé a mis familiares y amigos que me apoyaron en todo el proceso y que estuvieron conmigo ahí.
